domingo, 13 de septiembre de 2015

Charly García - Influencia (2002) y Rock and roll yo (2003)


Crisis. Primera palabra que uno piensa cuando dicen “2002”. Niños comiendo pasto, Batlle llorando en televisión, Eduardo Duhalde, la tele sin Susana, avance de la cumbia a nivel planetario, vacas carneadas en plena calle, pelea de Mauro Viale con Alberto Samid, segunda guerra de Irak, mundial Corea-Japón, avance del Euro, Influencia.

Qué viejo ridículo, decía mi abuelo. Charly parecía contestarle bajándose un poco más el bóxer negro, desde la pantalla, en el videoclip del tema que da nombre al disco. Se pinta las uñas, tiene una novia mucho más joven, se droga, se tiró de un noveno piso. Y sobrevivió. Ya no es lo que era. Charly, como si escuchara esas cosas que todos decían en peluquerías y afines (una época dorada de la Caras y de la Gente), se delineaba los ojos con un lápiz de labios carmín. Estiraba sus piernas flaquísimas, tiraba un teclado, miraba a la cámara con picardía. Con un vaso de whisky en la mano repetía en un susurro espeluznante “Influencia”.
Yo aprendí muchas cosas. Que se puede masturbar a otra persona, que hay veces que el amor es una zorra, que mamá también tiene un vicio. Tenía diez años, no está nada mal. MTV pasaba la canción muy seguido, pero después descubrí que había una gran distancia entre eso que Charly cantaba en la tele con lo que cantaba en el disco. Un momento preferido: cuando dice “STOP” y, en seguida, “fuiste, fuiste”. Charly se hacía a sí mismo, se interpretaba. Y, a la vez, alejaba a ese oscuro Todd Rundgren, padre de una canción que poco tiene que ver con el tango vampiro de García. Así, las versiones se multiplicaban, y en el disco canta también la versión “original” en un inglés penoso y conmovedor. Pero empezar, empieza con “Tu vicio”, que es un guiño a los seguidores eternos, al aguante (del disco de 1998). Yo vivía (y vivo) en Pinamar y siempre me gustó esa canción, tan cercana al pecado y a mis playas (aunque se refiera a otro Pinamar y a otras playas y a otros pecados). “I’m not in love”, con coros de ¡Tony Sheridan! la sigue. Todo lo que Charly no fue cuando joven (es decir: joven), lo dejaba ser ahora. Frases de una simpleza adolescente que muchos jóvenes matarían por escribir. “Yo sólo nunca quise ser como vos”. Después el tema que da título al disco y que se une, en perfecta armonía, con “Encuentro con el diablo”, 100% David Lebón, terrorífico y exótico, con aires orientales y la voz de un Charly francamente siniestro repitiendo “Yo sólo soy un pedazo de tierra”. “El amor espera” es la cara B de “Lo que ves es lo que hay (todo el mundo quiere olvidar)” y las referencias se expanden hacia el pasado (según todos, todo lo que le queda a Charly) y hacia otras obras (copiar o copiarse, dicen que hace): “yo me hago el muerto / para ver quien me llora, / para ver quien me ha usado” (y canta un estribillo de los Stones). Pero está eso, también. Lo ominoso de esa voz rota, de esa cara avejentada que dice “todo el mundo sabe que no puedo vivir sin vos” o “mi nena no me quiere llamar / no necesita amor” o, en la misma canción, “las chicas que no saben reír / jamás van a bailar” y de esas manos huesudas, como arañas que tocan en el piano “Película sordomuda”, una tonada que imagino interpretada por Felisberto Hernández como fondo a una película de Buster Keaton.
El mundo era algo completamente nuevo para mí. Y mucho más emocionante. El juego con la sexualidad, con un lugar del “artista”, con una forma de ser argentino. Charly enseñaba cosas de forma extraña, torcida. Y luego venía una versión gospel (¡gospel!) de “Tu vicio” con un coro que cantaba, muy aproximadamente, la canción en inglés: “I’m the vicious man”, parece decir y es todo una teoría de la traducción para un hombre que se apropia (que se alimenta) de obras de todos y las vuelve irreconocibles, mejores. Luego viene “Demasiado ego (One to one)”, que ya había aparecido, levemente distinta en El Aguante, “y si me ves reír en este réquiem”, el suyo. Como si fuera poco, dos versiones más de “I’m not in love” (acústico y remix) y otra de “Happy and real”, que venía del disco con Pedro Aznar Tango 4 y volvería a aparecer. Ahí hay una idea del cover, una idea del auto-cover (la única forma original, verdadera, de la versión). Hay una idea de lo original. Hay, también, una idea de la literatura que yo he pensado mucho, mucho después y sin adjudicarle a García lo suyo. El arte es variación. Él lo entendió y cantó en medio de la debacle lo mismo una y otra vez, olvidándose de todo (menos los Beatles).
Mi abuelo no pudo ver el videoclip de “Asesíname”. No sé qué habría dicho ante la carita de niña de Celeste Cid. Ante el “A la cama sin postre”. Ante los truenos y los muertos. Rock and roll yo comienza contando una historia. Siempre pensé que la canción era una forma insuficiente para Charly, pero nunca pudo salir, y cuando lo intentó (Instituciones, Películas, La hija de la lágrima, Say No More) no fue del todo comprendido. En Influencia hay algo como un continuum musical entre los temas 3 y 4, en el disco de 2003 hay algo así como una historia que empieza con “Dileando con un alma (que no puedo entender)”, sigue en “Rehén”, con el enamoramiento del secuestrador y su secuestrada, y termina abruptamente con el pedido de la tercera canción, el ruego, la súplica. “Si fuera un árbol sería un Spinetta” (de ese año es el magnífico Para los árboles, en las antípodas), “Vas a los museos para sonreír / pero de la pieza nena no vas a salir”, “No quiero más que me des con cuentagotas tu amor”. Era la época de Palermo Bagdad, y cantos de cercano oriente abren el disco y reaparecen, cada tanto. Charly ya no salía de la cama y el grafiti empezaba a cubrir su cuerpo completamente. La televisión era el enemigo, María Gabriela Epumer había muerto por negligencia médica, y las deudas lo acosaban. La gente decía: está liquidado. Y él cantaba (traduciendo a Michael Brown) “Me enamoré de la chica de la esquina”, como si fuera un niño. Cantaba “Te daré mi amor” mientras en inglés cantaba “Gonna get your love, gonna get you”.
Años después, mirando Lolita (la maravilla de Kubrick) comprendí muchas cosas de ese disco, lleno de frases y guiños (varios años anterior al Eat Me, Drink Me de Marilyn Manson). “You’re going to die. Try to understand what is happening to you”, dice James Mason al comienzo de la quinta canción, una versión “Stone” del corte de difusión, desde donde Charly le grita al rock chabón que cundía en las radios de aquellos años: Es sólo rock and roll, pero ya es mucho para vos (antes de Cromañón). Yo leería después la biografía de Sergio Marchi, No digas nada, comprada en su edición ampliada, de 2007, en una librería cerca de casa que pronto cerró (antes conseguí ahí Shalimar el payaso, de Salman Rushdie), pero hasta entonces sólo tenía lo que podía saber de sus caóticas entrevistas para Rolling Stone y de sus apariciones polémicas en la tele. Charly era un misterio que gritaba, violento “por eso, vamos, pegame como un hombre / o cogeme como una gran mujer” o “hija de puta, te voy a matar”, era su rock and roll yo que se abría paso desde el muro de sonido, lleno de distorsión, de ruidos y de pataletas de una voz que decaía pero no sin antes entonar junto a riffs diabólicos y tangos de un Gardel zombie (“Tango”, una versión de “V.S.D.”, con letra de Sabina, que en 2002 había sacado su disco Dímelo en la calle, en rara consonancia con los momentos que vivía Charly por esos años).
La portada y librillo del disco estaban hechos con pinturas de Charly, ahí la gente tenía pancartas, estaba en la calle, como él las vería desde lo alto de Coronel Díaz y Santa Fe, figuras flaquísimas y espectrales. “Cretino” puede ser pensada como la versión optimista de “Goodbye yellow brick road” de Elton John (que yo cantaba desafinando muchísimo), pero uno no puede creerle a esa voz que dice “detrás de las colinas sale el sol”. Años horribles, famélicos para muchos, tristes, pero donde había (al menos durante un tiempo) algo que nos han arrebatado: la esperanza. Cierra el disco un tema de Stevie Wonder que gustaba mucho a Epumer, y que en la versión pasó a llamarse, ingeniosamente, “Wonder (Love’s in Need of Love Today)”. Charly cerraba un ciclo (y, hasta el momento y por mucho tiempo, su carrera). Y yo cerraba un ciclo, mi niñez.
Si estos discos fueran años, serían esos años. Si fueran una cosa, serían un espejo.



Francisco Álvez Francese

2 comentarios:

  1. La mejor review que he leído de estos discos que junto con Kill Gil y Say no more son mis preferidos. Qué bueno que es actual así podés leer mi comentario. Excelente, excelente.

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    1. Gracias. Es de lo mejor que escribí, porque a Charly yo lo quiero mucho.

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